Emoción desagradable que aparece cuando crees que has hecho algo malo que ha perjudicado a alguien haciéndole sufrir. Desaliento interior y quizás malestar estómago, ojos llorosos, barbilla contraída y arrugada hacia arriba, párpados caídos y ojos quizás cerrados. Labios apretados y en pucheros (con las comisuras caídas).
Te hace sentir triste apesadumbrado. Si reconoce se pide perdón por lo que has hecho. En ocasiones la culpa viene por un daño que pensamos que nos hemos hecho a nosotros mismos. Por ejemplo una promesa: Comió chocolate a pesar de que quería seguir un régimen sin calorías.
Este sentimiento es útil porque nos avisa del daño hecho a algo o alguien que nos importa. Pero en ocasiones se vuelve peligroso porque se intenta liberar uno mismo de ese dolor con un castigo desproporcionado y que no soluciona el daño hecho. Hay que tomarlo con realismo, intentar solucionar el mal causado y no recrearse en él y vivirlo constantemente.
La culpa puede ser utilizada por otras personas para conseguir un cambio de tu actitud que les beneficie. O para que se sigan normas sociales en teoría útiles para la comunidad.
Cuando vi que le había hecho daño a mi amigo me sentí culpable.
La niña lloró cuando vio que había roto el jarrón. Se sentía culpable.
No se sintió culpable a pesar de la condena del juez.
¡Si no lo puedes arreglar por lo menos confiésalo con sinceridad y pide perdón!
«El que esté libre de culpa que tire la primera piedra.» Jesús de Nazaret.«Por cada hombre que vive sin libertad, el resto de nosotros debe enfrentar la culpabilidad.»Lillian Hellman.